Yamadorivandalismo

Un intento de recolectar un árbol de la naturaleza le costó la vida a un hermoso pino y provocó una ola de indignación en todo el mundo del bonsái. Un ejemplo entre muchos de una práctica indigna del arte del bonsái.

Yamadori es el origen del Bonsái. Es su esencia misma. Yamadori es el futuro del bonsái. La creatividad de la naturaleza no tiene límites y nos presenta árboles extraordinarios para admirar. Árboles que nos cuentan la historia de sus azarosas vidas. Nos explican cómo, ante la adversidad, han logrado crear una belleza rara y serena.

Estos árboles también nos hablan de nosotros mismos: de nuestro lugar en la naturaleza y de nuestra relación con el tiempo; sobre nuestras responsabilidades con respecto al futuro del planeta. Nuestra imaginación palidece en la insignificancia en comparación. No poseemos el mismo marco temporal que ellos, ni tanta inventiva.

Yamadori, a veces imposible de coleccionar

Los árboles Yamadori Bonsai son tesoros invaluables. A la hora de recogerlos, no debemos correr ningún riesgo. Nuestra técnica y nuestro enfoque moral deben ser impecables. Para las muestras más exigentes, pueden ser necesarios cuatro o cinco años de preparación in situ.

Elegir un yamadori y luego adaptarlo a un Bonsái significa ponernos humildemente al servicio del árbol y magnificar la creatividad de la naturaleza. Nunca podremos tener un yamadori; son ellos los que nos poseen. Hay yamadori que son imposibles de coleccionar. No hay forma de evitar esto. Son demasiado grandes para convertirlos en bonsáis. Estaríamos firmando una sentencia de muerte para ellos si fuéramos a cortar las ramas demasiado largas y las gruesas raíces alimentadoras. Estos árboles fantásticos son hermosos donde están. Están donde pertenecen. Así, de vez en cuando, al pasar cerca, podemos desviarnos para saludarlos rápidamente y ponerles una mano en la trompa. Y simplemente admirarlos.

Poco a poco, con el paso de los años, se convierten en fieles compañeros. Y desearíamos poder clasificarlos como parte del patrimonio mundial de la humanidad, al mismo nivel que los monumentos famosos.

Árbol bonsái Yamadori
Quien haya tratado de recolectar este árbol incoleccionable no le dejó ninguna posibilidad de supervivencia.

Vandalizado y asesinado

Pero algunos de esos encuentros salen mal. Algunos de estos encuentros nos dejan en un torbellino de ira, asco y vergüenza. Este pino silvestre ha sido conocido y admirado por muchos entusiastas del bonsái durante muchos años, con su robusto tronco de casi 40 centímetros de diámetro, maravillosas formas arremolinadas y curvas, y ramas cónicas formadas durante siglos, entronizado en el borde de un acantilado, majestuoso, rebosante con energía

Este pino silvestre está muerto. Asesinado. Vandalizado. Masacrado. Víctima de un intento de coleccionismo salvaje, estúpido, precipitado e irreflexivo. El 95% de sus ramas han sido cortadas y yacen en el suelo, y las raíces alimentadoras del grosor de los muslos han sido cortadas. El agujero dejado por el intento fallido de excavarlo ni siquiera se ha llenado, lo que podría haberle dado al árbol una posibilidad de supervivencia, aunque solo una minúscula.

¿Qué se puede decir de estos vándalos? Claramente no han entendido nada sobre Bonsai. Su acción es el polo opuesto del espíritu de este arte. Han priorizado su ego y su codicia por encima de cualquier respeto por el árbol. Se han avergonzado a sí mismos.

Pero también han estigmatizado el mundo del Bonsái. A todos nos han dado mala fama. Lógicamente, esto podría conducir finalmente a la prohibición de coleccionar. ¿Qué se puede hacer para evitar que se repita el escenario? No existe una solución milagrosa. En primer lugar, debemos mostrar nuestra ira y condenar con firmeza este tipo de comportamiento, que es indigno de nuestro noble arte. Luego, debemos enseñar a otros, hacer que nuestro disgusto se escuche alto y claro, crear conciencia. Por último, cada uno de nosotros debe apegarse rigurosamente a nuestra ética personal y dar un buen ejemplo en nuestra práctica del bonsái.

Este artículo ha sido publicado con el consentimiento de Esprit Bonsai y fue escrito por François Jeker.

Deja un comentario